La primera vez que accedí a esta frase fue leyendo un artículo del profesor Javier Touron, a quién después tuve el honor de escuchársela en persona en una conversación distendida, allá por el año 2005. Esta frase era contundente, y clarificaba algo que yo pensaba desde el principio, pero que no estaba suficientemente ordenada y clasificada en mi mente. No podía ser de otra forma. Algo muy sencillo. El potencial intelectual humano no es digital; es analógico. Cada persona aprende y se desarrolla a su propio ritmo. Los niños no son una excepción. Algunos tienen más facilidad para el aprendizaje, pero no hay un momento crítico en el que a partir de ahí su cerebro haga ¡clic! y se convierta en una máquina de rendimiento perfecto. Tanto el potencial como la respuesta conductual son graduales, y eso lleva a pensar que la mejor forma de atender a los alumnos que tienen habilidades por encima de la media es también de forma gradual. La intensidad de la atención será proporcional al nivel de potencial.
De ahí que una de las estrategias más adecuadas para atender a los alumnos con habilidades o capacidades por encima de la media sea ajustar diversas variables que ayudan a atenderlos en su diversidad. Veamos un ejemplo.
Comienza el curso. Como tutor de un grupo de 3º de educación primaria me dispongo a impartir la primera hora de matemáticas. Normalmente la primera sesión la empleo para sondear el nivel que mis alumnos tienen después del largo período de vacaciones. Una evaluación previa, pero que en esta ocasión va a tener un punto de diferencia. Antes de comenzar la prueba de repaso, permito que los alumnos que quieran realicen una prueba voluntaria, pero no de lo que recuerden del curso pasado: va a ser del primer trimestre del presente año, sobre el manejo de números de 3 y 4 cifras, con las operaciones básicas de suma, resta y multiplicación. Todos los años siempre hay dos alumnos que se prestan voluntarios… y la pasan con holgura, con calificaciones de 7 o superior. Este año, de 18 alumnos, hay 3 que se han prestado a llevarla a cabo. Los tres han superado ese notable mínimo. Uno de ellos ha realizado todas las operaciones correctamente, y sólo ha fallado un alumno en el problema más complicado. Buen inicio. Mientras se realizaba la prueba voluntaria, el resto de alumnos tenían una sesión de cálculo mental con un juego de mesa que simula una carrera de motos.
Al día siguiente, la clase comienza el tema 1 de matemáticas. Echamos mano de ejercicios de cálculo con sumas y restas con llevadas y multiplicaciones con números de dos cifras como repaso, y pasamos a realizar los ejercicios del cuadernillo de una conocida editorial…. excepto nuestros tres alumnos avanzados. Ellos van a acudir al rincón de matemáticas de la clase, y seleccionarán las actividades de la primera carpeta. En ellas se van a encontrar operaciones con cifras ocultas, acertijos con sumas de letras, en las que deben averiguar qué cifra corresponde a cada letra, aritmogramas, y unidades de currículo diferenciado sobre grandes números, y su utilidad en la vida real.
Cuando la clase llegue en la próxima semana a resolver problemas, nuestros tres alumnos se saltarán los problemas más sencillos y uno de ellos comenzará con los de dificultad media. Según su rapidez de ejecución y aprendizaje, es muy probable que no tenga que realizar todos los ejercicios de este tipo de dificultad y pase rápidamente junto con los otros dos alumnos, a realizar los problemas de mayor dificultad. Y según su respuesta a estos ejercicios, se incluirán números más grandes.
Para los supercalculadores que consigan ahorrar más tiempo, y sean aficionados a otras temáticas, les esperan en el rincón de matemáticas otra carpeta de diferente color con unidades de enriquecimiento que mezclan la historia de antiguas civilizaciones con los diferentes sistemas de numeración, los números y la criptografía, y acertijos aritméticos de mayor complejidad.
¿Qué pasaría si alguno de nuestros tres alumnos más capaces devoran con inusitada rapidez estas actividades, y pueden dar más de sí? En otra carpeta dispondrán de actividades aritméticas en las que van a tener que trabajar con operaciones con divisiones por una y varias cifras, sopas de números, acertijos con divisiones, juegos de cálculo mental con divisiones, juegos de mesa, divisiones con cifras ocultas, aritmogramas con divisiones y operaciones en las que se conocen las cifras pero hay que encontrar cuál de las cuatro operaciones básicas se han llevado a cabo.
Todas estas actividades, por supuesto, ya están preparadas en sus fundas, dentro de las carpetas, antes de que comience el curso. El trabajo de preparación fue labioroso al principio, pero como docente tuve la gran idea de aprovechar el trabajo de varios alumnos avanzados para ayudarme a preparar el rincón de matemáticas de la clase. Un legado que esos alumnos dejaron con agrado para sus futuros compañeros. Porque los alumnos más capaces pueden llegar a ser los grandes aliados del maestro en su clase.
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