Cuando se utiliza el término educación inclusiva, automáticamente se relaciona con actividades colaborativas: trabajo en equipos, aprendizaje cooperativo, trabajo colaborativo, aprendizaje basado en proyectos grupales,…en definitiva trabajar por el bien del grupo, porque nos lo pide nuestra sociedad. Incluso parece transmitirse la idea de que la individualización es mala para la salud de los niños, y que el futuro se escribe en términos de cooperación, demonizando la competición como una costumbre malsana.
¿Esto es válido para todos los alumnos? ¿Se utilizan las referencias a la sociedad correctamente?¿Queremos construir un mundo mejor, o alguien quiere que vivamos en el país de la piruleta, en la ciudad del caramelo, en el barrio de la gominola?¿O tal vez en lugar de potenciar la libertad y la pluralidad queremos formar mentes que estén plenamente integradas en una secta del arco iris, o peor, que encajen perfectamente en un sistema de producción donde todas las piezas están engranadas con errores menores que una micra?.
Entiendo que no podemos ir continuamente de un extremo al otro y viceversa. Nuestra sociedad se mueve por impulsos, a veces por ideas brillantes de una persona (o varias), ideas a veces pulidas o enriquecidas por su(s) pareja(s) -familiares o laborales-, y la mayor parte de las ocasiones puestas en funcionamiento gracias a la colaboración de un equipo de personas, cada una desempeñando un determinado rol que no se solapa con el del resto (porque en caso contrario, hay problemas). Pero cuidado, esta “empresa” tiene que luchar (de manera metafórica) para conseguir que su idea ocupe su propio espacio. Tiene que desarrollarse pugnando con otras ideas, o lo que es lo mismo con otras personas, parejas, grupos de trabajo o empresas, de su propia ciudad o país o de otros países, que quieren también ocupar ese mismo nicho social o económico.
Esto quiere decir que saber trabajar en grupo es fundamental, porque va a ser complicado (no imposible) vivir y trabajar en soledad en un mundo cada vez más interconectado. De acuerdo. Hay que adquirir una serie de destrezas y competencias que nos permitan cooperar en determinados proyectos, a la vez que podamos construir nuestro propio proyecto personal de vida. Pero otra cosa muy distinta es cómo conseguimos que los alumnos aprendan estas destrezas y competencias. Y aquí es donde vienen los problemas para los alumnos más capaces (y me atrevo a pensar que para el resto de los alumnos). No siempre se tienen en cuenta una serie de factores imprescindibles para que un grupo colabore en un mismo proyecto y las cosas funcionen.
Repasemos estos factores, realizando algunas preguntas que deberíamos hacernos a nosotros mismos antes de lanzarnos a una experiencia de colaboración grupal:
- El proyecto en el que van a colaborar los alumnos ¿interesa y es significativo para todos sus participantes? Porque que yo sepa, en la vida real, nadie participa en un proyecto que no ha escogido. Querido adulto, te podrá gustar o no un trabajo, pero lo eliges tú, con todas sus consecuencias; sí, incluso si se trata de limpiar los excrementos de los animales del zoo, o peor, los servicios de un centro comercial. Y en la escuela ¿qué ocurre?. Qué los menores tienen que hacer lo que le gusta al editor del libro de texto o al docente, ¿verdad? Mal empezamos. Niños y jóvenes colaborando en un equipo para realizar un trabajo que ni les va ni les viene, es una ecuación destinada al fracaso de alguno de los individuos que participan. Incluso aquellos que se impliquen descubrirán que con toda seguridad van a obtener resultados notablemente inferiores a los que conseguirían de forma individual. El contenido del proyecto ha de resultar significativo e interesante para todos los alumnos que conforman el grupo.
- El trabajo colaborativo ¿tiene el suficiente empaque como para que todos los alumnos (TODOS) adquieran o apliquen sus conocimientos y destrezas para conseguir otros conocimientos y habilidades de orden superior? Es decir, ¿hay un reparto equitativo de funciones entre sus participantes?¿Se han distribuido las funciones entre ellos de acuerdo con sus destrezas y habilidades? ¿Los alumnos “artistas” se ocupan del diseño del proyecto o del producto en lugar de investigar documentalmente, o se han forzado sus roles para jorobarlos y que al equipo le crujan las entretelas?¿Has comprobado que cada integrante del equipo se ocupe de una faceta del proyecto en la que son unos hachas, sin solaparse unos a otros, o les has mandado las tareas y los has abandonado a su suerte?. Si la respuesta se aproxima más a “que se apañen entre ellos”, mal rollo. Sabemos lo que va a ocurrir. Los alumnos más capaces, sin comprobar antes sus habilidades de liderazgo, son los encargados de coordinar estos equipos habitualmente. Y el resultado es que al final, se tienen que hacer cargo de la mayor parte del trabajo, con la aquiescencia del resto del grupo, que se frota las manos de satisfacción. Vamos, la simbiosis perfecta delante de las narices del docente que no se entera, o no se quiere enterar, de lo que está pasando. No parece que esto sea lo más adecuado. Cada participante debe tener su propia parcela, en la que puede aportar lo mejor de él mismo. La formación de los equipos no se puede dejar al azar, ni mucho menos a un reparto basado en la heterogeneidad de sus capacidades académicas. Hay que utilizar el sentido común, y dejarse de buenas intenciones ideológicas. Cada alumno debe colaborar con sus fortalezas.
- Los alumnos, ¿están trabajando en la solución de un problema real, con herramientas de información reales, contactando con personas reales, con organismos reales, sumergiéndose en situaciones reales? ¿O tienen que trabajar sólo con los materiales y recursos que se ha currado el docente, haciendo el trabajo que le correspondería a los alumnos? Espero que sea lo primero, porque los alumnos más capaces prefieren trabajar con situaciones abiertas, en las que sientan que ellos pueden aportar algo (una solución distinta o un nuevo producto).
- El proyecto en el que van a trabajar, ¿es una mera recopilación de información mediante un corta-pega de lo que ya está colgado en Internet? ¿Sólo consiste en reproducir un producto que ya existe o llegar a conclusiones que todo el mundo conoce? Espero que las respuestas a estas preguntas no sean afirmativas. ¿Cuál es el papel de los alumnos en la presentación? A los alumnos más capaces lo que verdaderamente les interesa es investigar para producir algo nuevo, realizar trabajo de campo, buscar respuestas a problemas sobre los que en ese momento no hay solución conocida, o investigar sobre temas que dentro de su contexto resultan desconocidos. Y les guste o no, es tarea del docente asesorarles, participar en el proyecto, utilizar varios métodos didácticos para enseñar aquello que los alumnos desconocen, y pedirles que realicen de forma continua presentaciones y puestas en común de sus ideas y resultados.
- Además de relacionarse entre ellos, ¿los alumnos tienen que trabajar, colaborar u observar a adultos (investigadores, profesionales, jubilados, …)? No me refiero a adultos que les hagan su trabajo, sino que les informen, asesoren, faciliten información, o participen en actividades con ellos. ¿Hay un trabajo externo a la escuela, o se queda dentro de sus muros? Los alumnos más capaces prefieren interactuar con las personas con experiencia.
- A la hora de evaluar el trabajo colaborativo, ¿se le otorga la misma evaluación a todos los integrantes del equipo? ¿Se reparte el éxito o el fracaso? ¿Los criterios de evaluación son conocidos por los alumnos, o se mantienen en secreto hasta que termina el trabajo? Es más, en la elaboración de esos criterios, ¿han participado también los alumnos, o se les han dado ya hechos (si se les han facilitado)?¿Se evalúa sólo al final del trabajo o es una evaluación continua, en la que existe una permanente realimentación por parte del docente hacia sus alumnos durante el proceso del trabajo? Hay que ser extremadamente cuidadosos con la evaluación. Si se valora el trabajo colectivo exactamente igual para todos sus integrantes, podemos encontrarnos con situaciones injustas en el caso de que todos ellos no hayan aportado con igual intensidad durante el proyecto. Hasta en famosos concursos televisivos de cocina, cuando tienen que valorar las pruebas por equipos, tienen en cuenta el trabajo individual en los casos en los que la diferencia de implicación de cada uno de sus miembros ha sido evidente. Es aplicar el sentido común. Deben compartirse éxitos y fracasos, por supuesto, pero siempre que las aportaciones sean suficientemente equitativas. No se puede mirar para otro lado cuando la dedicación de los alumnos es dispar. Los alumnos más capaces, si son ellos los que han aportado más al trabajo, considerarán injusta una evaluación idéntica para todos los miembros del equipo. Una valoración colectiva más una valoración personal con su propio peso específico es más aconsejable. Como recomendable es que los criterios de evaluación del trabajo sean conocidos desde el primer momento por los alumnos, y más aún, participen en algún grado en su elaboración.
A estas alturas podría parecer que introducir a los alumnos más capaces en una experiencia de trabajo colaborativo es muy exigente. En absoluto. Son los requisitos del Aprendizaje Basado en Proyectos. Ni más, ni menos. Con la salvedad de que también se puede trabajar por proyectos de forma individual. Pero está claro que esta metodología bien aplicada permite trabajar en las aulas con todos los alumnos. Repito, bien aplicada.
Estas indicaciones también podrían servir perfectamente para otras técnicas de trabajo en grupo, como son los grupos de investigación. Pero las diferentes modalidades de aprendizaje cooperativo requieren un tratamiento aparte, puesto que son mucho más estructuradas que un simple trabajo colaborativo. Cada técnica tiene su forma de trabajo y, si se respeta, puede ser de gran utilidad para trabajar con grupos heterogéneos…y homogéneos.
Ahora bien, hay un factor en el que no he entrado todavía, y que para el simple trabajo colaborativo resulta fundamental. Las investigaciones que se han llevado a cabo por diversos autores (Mills & Durden, Robinson, Coleman, Heller, Neber) indican que los alumnos más dotados intelectualmente presentan dificultades cuando participan en agrupamientos heterogéneos como forma de trabajo predominante. Estas dificultades van desde la ansiedad hasta la frustración por la falta de implicación del resto del grupo. Curiosamente las dificultades desaparecen cuando se utiliza esta metodología en grupos más homogéneos, dentro de experiencias de enriquecimiento o en programas específicos de altas capacidades. Nuevamente, seamos cautos y utilicemos el sentido común. Variemos metodologías, no seamos cansinos y rutinarios. Los alumnos pueden y deben trabajar tanto de manera individual como en grupos, heterogéneos y homogéneos. Deben estar preparados para cualquier circunstancia.
Voy a ser más audaz todavía. Apostemos por aulas diversificadas donde los alumnos trabajen con mayor frecuencia con contenidos, procedimientos y métodos con los que aprendan con mayor facilidad respetando su propio ritmo. Aunque también participen en clase con otras modalidades de enseñanza-aprendizaje. Centremos las aulas en los alumnos y no en la comodidad del maestro. ¿Utópico? No. Ya hay maestros que lo están haciendo desde hace décadas. Se adaptan a sus alumnos, y no sus alumnos a ellos. Y contrariamente a lo que algunos nostálgicos vociferan, los resultados académicos y personales son más altos que los que se consiguen en aulas tradicionales. Porque si se utilizan bien los recursos y se aplica el sentido común en lugar de funcionar con automatismos, los alumnos trabajan y aprenden mucho más que cuando estudian y hacen deberes para preparar un examen que a las 48 horas habrán olvidado casi por completo. Como he leído en Twitter hace poco, no se trata de cambiar de recetas, sino de forma de cocinar.
Hagamos un resumen rápido de factores que hay que tener en cuenta en el trabajo colaborativo en los centros educativos, y en los que participan alumnos con altas capacidades:
- El tema sobre el que se trabaje debe ser interesante y significativo para los alumnos.
- Cada alumno debe ocuparse de la parte del proyecto en el que pueda aportar lo mejor de sí mismo, y no se debe solapar con el resto de compañeros. Reparto de tareas por fortalezas. La coordinación debe recaer en aquel alumno que tenga más capacidad de liderazgo democrático, al margen de otro tipo de capacidades académicas; no tiene por qué ser el alumno con la mejor gestión de memoria o con talento académico. Pero el docente es el verdadero coordinador en la sombra, el modelo que enseña con su ejemplo.
- El proyecto debe aportar algo novedoso, tanto para los alumnos como para la sociedad, lo que significa que su objetivo final estará abierto y, a ser posible, en un entorno real, utilizando recursos del entorno del centro.
- Debería ser factible interactuar con adultos de diversa índole, que les informen, aconsejen y aporten recursos.
- La evaluación debe ser constante, con un feedback continuo entre los alumnos y el docente, facilitando puestas en común y presentaciones de los resultados parciales y finales en diferentes ocasiones y a través de diversas vías, orales, escritas y con apoyo multimedia. La evaluación final debe construirse con una combinación del resultado colectivo y de la implicación personal de cada integrante del grupo.
- Se debe permitir a los alumnos más capaces trabajar tanto en grupos heterogéneos como homogéneos. Y utilizando nuevamente el sentido común, buscar esos cambios no por criterio ideológico, sino por criterio práctico, cuando se observe que no hay buen ambiente de colaboración entre sus participantes. Conviene no hacer del trabajo colaborativo una rutina que los alumnos acaben por detestar.
Referencias:
KARNES, F. y BEAN S. (2005): Methods and Materials for Teaching the Gifted. Waco (TX). Prufrock Press.
PERNER D. y otros (2004): Changing Teaching Practices. UNESCO.
STANLEY, T. (2012): Project-Based Learning for Gifted Students. Waco (TX). Prufrock Press.
TOMLINSON, C.A. (2013): El aula diversificada. Octaedro. Barcelona.
WINEBRENNER, S. (2012): Teaching Gifted Kids in Today’s Classroom. Golden Valley (MN). Free Spirit Publishing.
Alto y claro. A ver si los responsables educativos (Desde políticos a maestros a pie de aula) apuestan por facilitar y potenciar estas vías.